martes, 22 de octubre de 2013

Reliquias y Peregrinaciones




Publicado en el periódico "El Occidental"
el 17 de Septiembre de 2013.
 
Celina Vázquez y Wolfgang Vogt

Visitando iglesias y conventos encontramos frecuentemente relicarios que contienen huesos de santos, astillas de la santa cruz u otros objetos relacionados con la historia sagrada. También tienen mucha importancia las imágenes sagradas, como las de las vírgenes de Guadalupe o Zapopan. Mucha gente expresa su religiosidad en peregrinaciones y el turismo religioso los lleva a destinos nacionales e internacionales. A la pequeña ciudad italiana de Asís, de donde es originario San Francisco, llegan peregrinos de todo el mundo, pero sobre todo de Italia, porque San Francisco es el patrono de este país. Seguramente ahora con el nuevo papa Francisco aumentará el número de peregrinos.

Estamos viviendo en una época, en la cual las peregrinaciones de nuevo atraen a mucha gente. Últimamente se puso de moda el Camino de Santiago. Desde Alemania y Francia se dirige en muchas personas al sur, hacia los pirineos y desde ahí necesitan tres semanas para llegar caminando a Santiago de Compostela, en el extremo occidental de la península Ibérica. Por todos lados hay carteles que indican el camino, posadas para peregrinos e iglesias, donde se sellan las credenciales de peregrinación. No sólo católicos se dirigen a Santiago, sino a veces incluso protestantes. Durante los últimos veinte o treinta años el Apóstol Santiago, patrono de España, se ha convertido de nuevo en un santo que atrae multitudes. Incluso hay mexicanos que hacen de pie el trayecto principal desde la frontera francesa en los pirineos hasta la sepultura del Apóstol en Santiago de Compostela. El historiador francés Louis Cardaillac publicó hace pocos años en el Colegio de Jalisco un libro sobre la presencia del Apóstol Santiago en la cultura mexicana.

Más frecuentes que los viajes a Asís o Compostela son las peregrinaciones a lugares, donde apareció la virgen María. Desde el siglo XIX la pequeña ciudad de Lourdes en los pirineos franceses atrae una enorme cantidad de peregrinos, muchos de ellos enfermos en busca de curación milagrosa. Franz Werfel, el gran narrador vienés de la primera mitad del siglo XX, nos cuenta lleno de admiración la vida de Bernardette Soubirau, la pequeña campesina, a la cual la virgen apareció en una gruta, en una de sus novelas. Werfel no fue católico, sino judío, pero cualquier manifestación de fe en una época que para él fue demasiado racional y materialista, le pareció una buena señal y así difundió ampliamente el milagro de Lourdes en su novela.

Otro santuario importante de la virgen en Europa es Fátima. No sólo portugueses, sino peregrinos de toda Europa llegan ahí. Hace varios años Benedicto XVI visitó este lugar. José Saramago describe en uno de sus libros, como Ricardo Reis, protagonista de la novela del mismo nombre, participa en una peregrinación a Fátima. Reis, igual que Saramago es ateo, pero se siente muy a gusto entre los peregrinos de Fátima y regresa contento y descansado a su casa en Lisboa. Los santuarios de la virgen son numerosos en México y Europa y no alcanzan tiempo y espacio para enumerarlos todos. El 12 de diciembre es uno de los días festivos más importantes de México y mucha gente se dirige entonces a la Basílica de Guadalupe. También para polacos y bávaros la virgen es patrona nacional.

Otras grandes metas del turismo religioso son las ciudades de Roma y Jerusalén. Es mucho más seguro y fácil visitar Roma que éste último lugar. En sus viajes a Europa muchos mexicanos visitan en primer lugar Roma. Desde ahí se gobierna la Iglesia católica y muchos jóvenes teólogos estudian en las universidades católicas de esta capital. En el siglo XIX el padre Agustín Rivera visitó la ciudad eterna. Este historiador de Lagos se queja en sus apuntes de viaje que en toda Roma no ha podido encontrar un chocolate que se atan bueno como el de Jalisco.

Otro ilustre peregrino mexicano es el novelista José López Portillo y Rojas, que no solo pasó por Roma, sino llegó también a Jerusalén. En el siglo XIX los viajes de ultramar eran costosos y sólo una pequeña minoría de mexicanos los pudo pagar. Amado Nervo y otros escritores modernistas pasaron la mayor parte de su tiempo en París, un lugar que desprecia López Portillo por frívolo. Este terrateniente católico criticaba la falta de religiosidad y el liberalismo de los poetas modernistas que se sentían atraídos por la moda francesa. Para él la tradición católica de México era más importante que el espíritu científico y moderno de los franceses.

El progreso científico del siglo XIX cuestionaba la religión y muchos intelectuales se alejaban de ella, porque no se podía comprobar racionalmente la existencia de Dios. El escritor portugués José María Eça de Queiroz critica la religiosidad de su época en su novela "La Reliquia". El protagonista de su obra es un joven sin fe quien utiliza la religión para ganar dinero. Su comercio de reliquias le proporciona buenas ganancias entre personas mayores. Sin embargo con el tiempo hay menos interés por las reliquias, porque en una época cada vez más racionalista se pierde la fe. El franciscano tapatío del siglo XVII Fray Antonio Tello enumera en sus crónicas con mucho orgullo las valiosas reliquias de su convento. De la calidad y cantidad de las reliquias depende el prestigio y poder de cada institución religiosa. Pero durante los siglos XIX y XX cambia esta situación. Disminuye el interés por las reliquias y se duda más de su autenticidad. La familia noble, que el autor siciliano Tomasi de Lampedusa describe en su novela Il Gattopardo, está orgullosa de su rica colección de reliquias y pide una evaluación a especialistas de la iglesia, éstos las examinan minuciosamente con instrumentos sofisticados y los declaran no auténticas. Durante siglos la familia había creído tener un gran tesoro que ahora se disolvió en nada. Con los tiempos cambian las ideas y los valores. Ya desde el siglo XVI los protestantes dejaron de venerar las reliquias.

Como los judíos y musulmanes rechazan las imágenes no promueven la veneración de santos y reliquias. Para el Islam cuenta únicamente la peregrinación a La Meca, que cada musulmán debe realizar una vez en su vida. Ahí no se venera una imagen, sino un meteorito, es decir, una piedra caída del cielo, la famosa Kabah. Los chiitas peregrinan también a las tumbas de Alí y Husseín, fundadores de la rama chiita del Islam.

Pero también el Islam tiene sus reliquias, sin embargo éstos no se encuentran en santuarios, sino en un museo del Palacio de los Sultanes de Estambul. Ahí podemos admirar objetos relacionados con la vida de Mahoma, como por ejemplo una espada, así como un diente y un pelo de la barba del profeta. En una vitrina se conserva tierra de Medina. Más impresionante es la enorme huella del pie de Mahoma que éste dejó antes de subir al cielo.

En las iglesias cristianas no se encuentran reliquias de los tiempos del Antiguo Testamento. En el Palacio de los Sultanes pudimos ver las kipas o gorros de Abraham, José, hijo de Jacob, y Mahoma, las espada del Rey David y la vara con la cual Moisés dividió el Mar Rojo. Se trata de reliquias importantes para la historia del judaísmo, cristianismo e Islam. Una vez informó la prensa que una multitud se enfureció porque alguien había robado un pelo de la barba de Mahoma. Pero por lo general los musulmanes prestan mucho menos atención a las reliquias que los cristianos católicos.

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