jueves, 24 de octubre de 2013

El convento de Beuron

 
 
 
Publicado en el periódico "El Occidental"
el 11 de junio de 2013.
 
Celina Vázquez y Wolfgang Vogt

Cada vez el número de conventos en el mundo cristiano es más reducido; y tienden a desaparecer, sobre todo en Alemania, por falta de vocaciones religiosas. La excepción es la región suaba y Austria, donde existen todavía varios conventos importantes. Uno de ellos es Beuron, fundado en el Alto Danubio durante la Edad Media por frailes agustinos, y donde ahora residen monjes benedictinos.

Desde lejos se perciben los altos edificios de la abadía construidos sobre una montaña, que destacan en el paisaje boscoso y de grandes rocas. Nuestros amigos que nos llevan estacionan el coche en un lugar cercano y de allí subimos por unas escaleras que conducen al amplio atrio de la iglesia barroca. En el siglo XVIII un incendio destruyó el convento y posteriormente fue reconstruido en el estilo de la época.

A principios del siglo XIX ocurrió otra desgracia: las tropas de Napoleón ocuparon Beuron y expulsaron a los frailes agustinos. Después de la caída de Napoleón en 1815 pasó a ser propiedad de la Casa Imperial de los Hohenzollern. Unos cincuenta años más tarde una princesa de esta familia imperial protestante conoció en Roma a dos frailes benedictinos y les propuso fundar en Beuron una nueva comunidad religiosa. Poco a poco creció el número de monjes y Beuron se convirtió de nuevo en un gran centro religioso y cultural. Aún hoy goza de mucho prestigio una escuela de arte y arquitectura religiosa que se instaló en el convento unos años antes de 1900. Siguiendo los cánones estéticos de la época, estos artistas buscaron una renovación del arte inspirándose en modelos antiguos. En Beuron se apreciaba sobre todo la arquitectura bizantina, y una gran capilla lateral de esta iglesia se adornó en estilo neobizantino, combinado con elementos geométricos de origen egipcio. A primera vista tenemos la impresión de ver en las bóvedas mosaicos de oro, pero luego nos damos cuenta que los efectos luminosos se deben a los colores de la pintura. Uno se siente envuelto en un mundo misterioso y mágico en el cual los motivos cristianos están dentro de una belleza extraña y exótica. Los tonos suaves de la pintura son poco usuales, y nos trasladan a un mundo oriental lejano que parece extraño y fascinante a la vez.

La Escuela de Beuron se adapta perfectamente al estilo ecléctico de la Belle Époque que trata de rescatar los elementos más bellos de la historia del arte dándoles un nuevo significado. Otros artistas religiosos de la época se inspiraron en los estilos románico y gótico de la Edad Media, mientras los de Beuron estaban fascinados por la belleza el arte oriental cristiano.

Cerca de la iglesia se encuentra la tienda del convento, donde además de objetos religiosos se venden sobre todo libros. Al lado de autores místicos, como Santa Teresa de Ávila o San Juan de la Cruz encontramos novelas históricas que figuran en las listas de los best sellers. La mayoría de turistas que visitan la tienda compran postales y folletos sobre el convento. Además se encuentran unos estantes con vinos y licores, entre los que destacan pequeñas botellas de licor de hierbas producido por los monjes benedictinos y que nos recomiendan nuestros amigos por su sabor suave y agradable. También hay un licor benedictino amargo y de color verde oscuro, una poción eficiente que se da a los enfermos del estómago. Todavía los monjes tienen fama de producir remedios curativos eficaces. Al lado de estas botellitas se encuentran paquetes de tocinos y salchichas, todo envuelto y con el sello del convento.

En nuestro paseo por las instalaciones del convento visitamos también la carnicería, que es uno de los negocios principales de los frailes, quienes tienen su propio ganado.

Es sábado, y al igual que todos los días de la semana se celebra a las once de la mañana una misa a la cual asisten todos los monjes del convento. Cuatro monjes vestidos con casulla concelebran la misa, mientras los demás visten sus sotanas negras. Es impresionante ver cómo una procesión de más de veinte sacerdotes sale de la sacristía y se agrupa alrededor del altar. Se sientan en las sillas de madera del coro; se reza y canta acompañados ocasionalmente con la música del órgano. Así todo el oficio se concentra en la palabra de Dios. Sólo al final se escucha el órgano con más frecuencia.

Desde este lugar inician varias rutas del Camino de Santiago. Los monjes dan asilo en el convento a los peregrinos y les sellan su pasaporte especial. Una escultura de un peregrino a la entrada de la iglesia anuncia que este lugar es parte de la ruta que recorre toda Europa Occidental en el camino a Santiago de Compostela, en España. A los pies de la escultura se encuentra la inscripción Via Buronensis y señala la dirección a seguir. Durante todo el recorrido se encuentran discretas, pero visibles, señales con la concha de Santiago, símbolo de la ruta, indicando la dirección y los kilómetros recorridos.

Nosotros recorremos 25 kilómetros de este camino y conocemos así el valle del Alto Danubio, que es pequeño y poco poblado. Nos encontramos cerca de Donaueschingen, donde nace el río que en este valle boscoso es apenas un arroyo grande. Tomamos un camino de terracería por donde sólo transitan peatones y bicicletas. El valle está lleno de rocas muy altas y cuevas de gran profundidad. Dos de estas enormes rocas están coronadas por castillos que no se pueden visitar porque son ahora residencias privadas. Llegamos al Restaurant del Cazador; un lugar solitario donde se sirve venado, cebú o jabalí, acompañado de papas o spätzle, unas pastas caseras de la región.

Continuamos nuestro camino saliendo del valle y subimos una montaña para contemplar el paisaje desde la altura. Pasamos por un rancho donde sus propietarios escondieron a varios judíos en la época de nazismo, y en recuerdo de este hecho se encuentra una escultura de un ángel protegiendo a una niña, y una placa en forma de estrella de seis picos. Al final de valle se observan los grandes edificios del convento de Beuron. El pueblo del mismo nombre es muy pequeño; nuestros amigos nos llevan a la casa donde Edith Stein, la famosa monja de origen judío que murió en los campos de concentración, pasó largas temporadas. Para una mujer de gran espiritualidad como Edith Stein, el convento de Beuron era un lugar muy atractivo. Hoy día la riqueza cultural de este lugar, y la belleza del paisaje donde se encuentra, atraen algunos turistas, pero sobre todo a peregrinos.

Beuron y Wiengarten son los dos conventos más importantes de esta zona del sur de Alemania, pero el de Wiengarten cerró recientemente sus puertas porque ya no había monjes que lo habitaran.

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