miércoles, 23 de octubre de 2013

Irène Némirovsky


 
Publicado en el periódico "El Occidental"
el 10 de mayo de 2012.
 
Wolfgang Vogt
 
En el año 2004 se publicó en Paris “Suite francesa”, la obra maestra de una novelista olvidada que había iniciado su carrera literaria en Paris en 1929 con “David Golder”, su primera novela. Irène Némirovsky nació en 1903 en Kiev, Ucrania en el seno de una familia judía rica que le proporcionó una educación excelente. Ya desde niña aprendió el francés con una institutriz de Francia. Su familia huyó de la revolución rusa de 1917 y se estableció en París en 1919, donde estudió una licenciatura en letras en la Sorbona. Pronto inició una brillante carrera literaria, pero durante los primeros años de la segunda guerra mundial fue deportada a Auschwitz, donde en 1942 murió en la cámara de gas con su marido. Sus dos hijas lograron ocultarse en Francia y después de la guerra descubrieron en una maleta que les había dejado su madre el manuscrito de su última novela que sólo se publicó en 2004.

            La autora había huido de Paris a principio de la guerra como tantos otros franceses y, desconectada del resto del mundo vivía en una casa de campo. Allí terminó, un poco antes de ser deportada su última novela. “Suite francesa” cuenta cómo en verano de 1940, la mayor parte de la población de Paris huye de las victoriosas tropas alemanas. Los personajes de la novela son franceses de clase media y alta, quienes durante su éxodo sufren bombardeos, o se encuentran en el fuego cruzado de soldados franceses y alemanes. Pero la situación no es tan dramática como se temía. Los parisinos finalmente pueden regresar a su capital, donde no hubo destrucciones y saqueos.

            Suite francesa” es sin duda la culminación de la obra Némirovsky, pero no menos importante es “Los perros y los lobos” (1940), su novela anterior y la última que publicó en vida. La autora que pocos años antes se había hecho bautizar, trata en ella los problemas de los judíos orientales que habían emigrado a Francia. En ella encontramos ciertos elementos autobiográficos, sin embargo Ada, la protagonista de la obra no es idéntica a Irène de la cual se diferencia por ser judía pobre. Además de eso, Ada emigra un poco antes de la revolución de octubre a París, con la esperanza de recibir allá una buena educación y de subir en el escalafón social.

 Sin embargo para los judíos de clase baja es muy difícil escaparse de la pobreza. El padre de Ada se dedica a los negocios en una pequeña ciudad ucraniana, donde vive en un barrio pobre. Como la madre de Ada murió, se casa con su prima Rhaissa que también es viuda y tiene dos hijos. Así la tía se encarga de la educación de Ada. Como la situación económica de la familia mejora, el padre de Ada puede permitirse el lujo de mandar a Rhaissa con los hijos a París, donde llegan acompañados de una institutriz francesa que les había prometido relacionarlos con la alta sociedad. Pero resulta que las viejas amistades de Madame Mimi ya no se acuerdan de ella y Rhaissa no tiene más remedio que sobrevivir con los modestos ingresos de un taller de costura, en el cual trabajan también Lilla, la hija de Rhaissa y Ada. Lilla encuentra finalmente un amante rico, pero éste la abandona pronto. Ada de mala gana se casa con su primo Ben, porque ya no quiere estar en el taller con su tía.

En París vuelve a ver a Harry, un pariente lejano quien nació en la misma ciudad que ella. Pero entre la rama pobre y rica de los Sinner hay muy pocos contactos. Harry es un hombre esbelto y delicado, quien vive bien protegido por su familia en la mansión de su barrio elegante. Cuando Ada lo ve por primera vez se enamora de él, pero ella por ser pobre no tiene oportunidad de acercarse a una familia rica y por eso Harry casi no se fija en ella. En Paris la ignora durante mucho tiempo, pero Ada encuentra la manera de acercarse a él y expresarle su amor. Topa con muchas dificultades porque Harry está casado con una francesa católica de familia rica e influyente. Finalmente se da el milagro de que Harry se enamorara de Ada, y su esposa se pone celosa de ella exigiéndole no verla más. Todo indica que el matrimonio de Harry se está acabando y que éste se va a casar con Ada. Pero Harry expulsado de la alta sociedad francesa acabaría en la pobreza, y, eso Ada lo quiere evitar a cualquier precio. Se va a vivir a un país de Europa oriental, donde como madre soltera da a luz a un hijo de Harry cuando estalla la segunda guerra mundial. De nuevo se ha abierto el abismo entre los Sinner ricos y pobres. La esposa de Harry lo alejó de su pasado judío, porque según ella “lo que empujaba a su marido hacia aquella chica no era ni la pasión ni su familia, se trataba de una oscura llamada de la sangre contra la que ella no podía hacer nada.” (p. 176)

Harry igual que la autora que se hizo bautizar, quiere olvidarse de su pasado judío para poderse integrar mejor en la alta sociedad francesa. Pero para él es a veces doloroso cortar las raíces. Ben el primo y marido de Ada, piensa que eso es imposible y lo dice a Harry: “¡Nos miras por encima del hombro, nos desprecias, no quieres tener nada que ver con la chusma judía. Pero espera un poco! ¡Espera y volverás a confundirte con ella, te mezclarás con ella!” (p. 160) Ben le reprocha a Harry que solo en apariencia es diferente a los judíos gritándole: “¡Mírate! Tienes mi misma nariz ganchuda y mi mismo pelo crespo, eres endeble y enfermizo, y estás hambriento y desesperado como yo…” (p. 161)

Lo sorprendente de estas citas es que la autora utiliza los mismos clichés biologistas que los antisemitas, lo cual se critica en el prólogo a la edición francesa de “Suite francesa”. Para un lector actual es extraño que una autora judía pueda hablar así de los judíos. Pero también hay que entender que en la obra de Némirovsky se refleja el espíritu de su tiempo y que la autora se siente atada a sus orígenes en los guetos de Europa oriental y que a la vez quiere alejarse y olvidarse de ellos. En “Los perros y los lobos” de manera magistral se da forma literaria a este conflicto. Lo trágico del caso de Irène Némirovsky es que no  pudo cortar las raíces de su pasado judío y murió en el campo de concentración. A los nazis no les importó que se haya salido de la comunidad judía haciéndose cristiana. Ella ya había previsto eso haciendo exclamar a Ben de manera prolífica: “¡Espera, y volverán a confundirte con ella la chusma judía, te mezclarás con ella!” Sin querer, la autora se mezcló con ella en Auschwitz, donde la asesinaron a ella y a su marido con otros judíos. Pero sus dos hijos sobrevivieron y mandaron publicar su última novela que la sacó del olvido.

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