viernes, 25 de octubre de 2013

La novela póstuma de Pío Baroja

 
 
 
Publicado en el periódico "El Occidental"
el 22 de octubre de 2013.

Wolfgang Vogt
 
Uno de los grandes narradores españoles de la primera mitad del siglo XX es Pio Baroja (1872-1956) quien de cierta manera continúa la tradición de Benito Pérez Galdós. Ambos novelistas nacieron lejos de la capital española, el último en las Islas Canarias y el primero en el País Vasco, pero los escenarios más frecuentes de sus libros se encuentran en Madrid.

Hace poco encontramos: "Miserias de la guerra", de Baroja, una novela inédita hasta 2006, que desde este año se consigue en edición de bolsillo de Alianza Editorial. Baroja no quiso o pudo publicarla en 1951, cuando la terminó a la edad de 79 años, tal vez porque las heridas de la reciente guerra civil aún no se habían cerrado. El pesimismo de Baroja presente en casi todas sus obras está aún más marcado en esta novela. Es un libro escrito con el escepticismo de la edad y la convicción de que España no tiene remedio. El anciano mira con profunda desilusión hacia atrás y, presentándonos un gran número de personajes de la época, nos describe las situaciones absurdas de los años un poco antes y durante la guerra civil. Nos muestra que debido a la estupidez humana liberales, anarquistas y comunistas no fueron capaces de defender la república y crear una sociedad mejor.

La novela se divide en ocho partes y un epílogo, subdivididos en pequeños capítulos. El personaje principal es el ex diplomático inglés Carlos Evans, quien quiere pasar los últimos años de su vida en Madrid y se convierte así en un observador cercano de los cambios políticos y sociales. Evans tiene muchos amigos con los cuales se reúne sobre todo en una librería, donde se forma una tertulia con personajes intelectualmente inquietos y bastante pintorescos, entre ellos Hipólito, un militante anarquista de buenas intenciones. Madrid tiene serias dificultades para defenderse contra los ataques de las tropas nacionalistas que a veces bombardean la ciudad. Pero la gente no se angustia demasiado por los peligros de la guerra y sigue con su vida normal. No dejaron de funcionar los tranvías y el metro en toda la guerra. "Llegaban coches y vagones hasta las líneas de fuego y la gente no sentía miedo de viajar en ellos". En Madrid se estableció una sociedad igualitaria, donde al obrero le "gustaba llamar de tú al de corbata y éste se resignaba". En esta nueva sociedad el obrero se sentía a gusto y "hacía alarde de comer más y mejor que el médico o que el ingeniero".

Pero esta nueva sociedad no tenía futuro, porque se destruía a sí misma, mientras las tropas enemigas asediaban la ciudad. Anarquistas y comunistas defendían diferentes ideales sociales. Los segundos sabían muy bien que primero había que ganar la guerra para resolver después las diferencias ideológicas. "El plan de los anarquistas era primero hacer la revolución y luego terminar la guerra". Pero eso no fue posible, como muestra el caso del comandante anarquista Buenaventura Durruti, quien llegó con sus soldados desde Barcelona para luchar en el frente de Madrid. Nos dice Baroja quien lo admira: "No había duda de que era un hombre valiente y generoso de una inteligencia despierta en todo lo que no rozara sus ansias revolucionarias". Durruti murió en el frente herido por la espalda después de haber mandado diezmar sus batallones por cobardes. Según el autor el error de Durruti fue ganar la guerra con soldados anarquistas:

"Durruti tenía razón como militar, pero no la tenía como anarquista. La guerra no se puede hacer más que con disciplina estrecha y dura. Querer hacer la guerra con anarquistas que van a pretender discutir las órdenes de sus jefes, es una perfecta locura".

Según Baroja predominan en las filas de los revolucionarios las envidias mezquinas y la mediocridad. Brigadas anarquistas sobre todo realizan detenciones arbitrarias de supuestos enemigos de la revolución. Sin justificación se queman iglesias y se ataca a curas y monjas. Una de las víctimas de este terror es el jesuita García Villada, uno de los mejores historiadores españoles de su tiempo y un hombre de espíritu libre y crítico. Uno de los personajes de la novela llega a la conclusión de que "hubieran fusilado a Voltaire, en Madrid, si hubiera en Madrid un Voltaire y le hubieran ovacionado a un imbécil orador de mitin. ¡Qué torpes! Son iguales que los reaccionarios, pero más brutos".

Frente al caos creado por la guerra civil, Carlos Evans se retira a Inglaterra, mientras su amigo Hipólito defiende sus ideales hasta el final de la guerra frenando las locuras y excesos de poder de sus compañeros anarquistas. En 1939, cuando todo está perdido, un tribunal militar lo condena a muerte, pero finalmente, debido a la intervención de gente que conocía su carácter noble, se le ofrece el indulto. Hipólito lo rechaza con las palabras: "He vivido con una ilusión de fraternidad de todos los hombres. Ahora, después de esta guerra, veo que mi idea es una locura. Vivir sin esperanzas ¿para qué? Prefiero morir". Para un idealista como Hipólito ya no hay lugar en una sociedad, donde triunfan los mezquinos y oportunistas. Pero Hipólito es una excepción, un santo sin religión igual que Durruti. Pero a la gran mayoría de los republicanos no les importa en camino de la perfección. Como ejemplo menciona Baroja el caso de cuatro redactores de "Mundo obrero" subiendo sus maletas que medio año antes del final de la guerra civil los lleva a Valencia, la nueva sede del Gobierno republicano, de donde más tarde seguramente se escaparon a Hispanoamérica.

El autor termina "Miserias de la guerra" con las palabras: "Los cucos se escaparon con habilidad y con dinero. Los torpes, por falta de comprensión, o de astucia, cayeron en la trampa". Entre los torpes figura un hombre generoso e inteligente como Durruti cegado por ilusiones anarquistas. Hans Magnus Enzensberger, una de las figuras más destacadas de la literatura alemana actual, evoca a Durruti, esta figura carismática, en una novela documental, donde él es el personaje central.

Primavera en Génova y un viaje en Crucero

 
Publicado en el periódico "El Occidental"
el 9 de julio de 2013.

Wolfgang Vogt

En Alemania apenas estaba empezando la primavera a finales de abril cuando nos subimos a un tren con rumbo a Suiza, donde tuvimos que tomar otro a Italia. Este año el invierno se alargó casi hasta mediados de abril. Todavía el 31 de marzo, domingo de pascua, una capa de nieve blanca había sorprendido a la gente que ya estaba esperando temperaturas agradables. En los periódicos se pudo leer que durante los últimos 25 años Alemania no había conocido un invierno tan crudo y largo.

El 20 de abril fue un día lluvioso, pero como en los días anteriores ya había hecho un poco de calor, ahora con la humedad crecen las flores y brotan de los árboles hojas verdes. Estamos confiados que cruzando los Alpes nos esperará el sol en Italia, pero nos equivocamos. La niebla y las lluvias siguen y cuando nos alojamos en nuestro hotel de Génova, la temperatura es de 15 grados. Tenemos toda la noche para pasearnos por el Centro Histórico de la ciudad, donde nos perdemos en innumerables callejuelas tortuosas. Desde el puerto, la ciudad se trepa por cerros a veces bastante empinados. En las grandes avenidas las tiendas apenas están cerrando. Caminamos debajo de grandes arcos que nos protegen de la lluvia. Cuando llegamos a la catedral de San Lorenzo, ya no llueve. Las plazas y calles están llenas de jóvenes que quieren divertirse el viernes por la noche. Es difícil encontrar un lugar libre en las terrazas de los cafés. A nadie le molesta el aire fresco. Todo mundo festeja el inicio de la primavera, que permite estar al aire libre.

En una de las terrazas encontramos una mesa desocupada. Cuando terminamos de cenar empieza a chispear y nos regresamos a nuestro hotel en la Piazza Giussepe Verdi. Se trata de un edificio de Art Nouveau construido alrededor de 1900 y completamente restaurado. Nuestro cuarto tiene techos altos con decoraciones de yeso y un gran baño con jacuzzi. En la mañana siguiente nos levantamos temprano para explorar la ciudad de día. Ya conocemos el camino a la catedral que ahora está abierta. Nos llama la atención su fachada de estilo renacentista italiano. Al interio r del templo hay bastante gente que venera las reliquias ubicadas en las capillas laterales. Admiramos la belleza extraordinaria de una de ellas que es de estilo barroco. De repente se apaga la iluminación y ya no se ve nada hasta que una turista introduce una moneda en un aparato. De nuevo podemos ver las maravillas del altar. Visitamos otras iglesias y varios palacios. Subimos a un puente que atraviesa la avenida principal. De repente nos encontramos en un barrio alto, desde el cual se tiene una bonita vista sobre la parte baja de la ciudad. Más tarde llegamos a un barrio antiguo con calles muy estrechas, en cuya orilla se encuentra una casita modesta y medio destartalada. Una gran placa anuncia que allí nació Cristóbal Colón.

A las doce regresamos al hotel para entregar nuestro cuarto. Tomamos un tren a Savona, un pequeño puerto a una hora de distancia de Génova, donde nos espera nuestro crucero. Antes de llegar a esta ciudad pasamos por varios balnearios pintorescos, en cuyas playas aún no se ven turistas. Pero la gente ya se pasea por el malecón o trata de calentarse en las terrazas de los cafés, porque de vez en cuando las nubes dejan escapar unos rayos de sol. Desde la estación de Savona tenemos una bonita vista sobre la ciudad y su fortaleza marítima que está al lado del puerto. Allí vemos dos grandes cruceros, de los cuales uno, Costa Pacífica, es nuestro barco. Esperamos una hora para entregar nuestro equipaje y recibir nuestra tarjeta llave de la cabina ubicada en la proa en el primer nivel. Debajo de nosotros están las habitaciones del personal y las bodegas.

Nuestro camarote tiene dos ventanas redondas. Los vidrios están mojados por fuera con el agua del mar. Como estamos en la proa podemos ver cómo el barco al avanzar divide las olas del mar. La cabina es muy amplia y cómoda. Nos encanta la vista de las olas del mar al nivel de nuestras ventanas. Cuando hay tormenta las olas golpean fuertemente en las ventanas y oscurecen el camarote por unos segundos.

Asistimos a una reunión de bienvenida en uno de los teatros del crucero. Allí nos dan los datos técnicos del barco que tiene 13 pisos y aloja a tres mil turistas que son atendidos por mil 200 empleados de cuarenta países. Casi todos son jóvenes que trabajan temporalmente en estos cruceros con la finalidad de conocer el mundo y después de seis meses regresan a sus países. El crucero es como una pequeña ciudad llena de tiendas, bares, restaurantes, salas de reuniones, etcétera. El casino es enorme, ocupa medio piso, pero generalmente está vacío. A los europeos por lo general no les atraen los juegos de azar. Cada pasajero lleva una tarjeta de la compañía que le sirve de identificación y de llave del camarote. En los negocios del barco no se aceptan tarjetas de crédito ni dinero en efectivo. Todo se paga con la tarjeta de Costa y de allí se cargan los gastos a la de crédito, lo mismo se hace con el servicio de Internet. Junto al mostrador hay una computadora en la cual se pueden solicitar periódicos de cualquier país del mundo y después de pagarlo se imprime.

El crucero es como un hotel todo incluido, pero las bebidas hay que pagarlas aparte. Una copa de vino blanco o un vaso de cerveza cuestan cinco euros; medio litro de agua mineral, tres. En Génova no se paga más de tres euros por la cerveza; sólo el café, té o jugo del desayuno o comida no tienen cargo si es de autoservicio.

Para la cena tenemos un boleto de reservación. A las ocho y media de la noche nos asignan nuestra mesa en un restaurante elegante que compartimos con una familia alemana. La cena es de seis tiempos y casi siempre se puede escoger entre varios platillos. Gopi, un joven mesero de la India nos sirve la comida y un muchacho filipino las bebidas. Nuestro crucero ya está en altamar y se ha alejado bastante de la costa italiana para acercarse a las islas baleares. Mañana llegaremos a Barcelona. Desde mi cabina observo las olas oscuras del mar que a veces se rompen en el casco del barco. En medio de una gran tranquilidad nos dormimos todos.

Continuará...

jueves, 24 de octubre de 2013

El convento de Beuron

 
 
 
Publicado en el periódico "El Occidental"
el 11 de junio de 2013.
 
Celina Vázquez y Wolfgang Vogt

Cada vez el número de conventos en el mundo cristiano es más reducido; y tienden a desaparecer, sobre todo en Alemania, por falta de vocaciones religiosas. La excepción es la región suaba y Austria, donde existen todavía varios conventos importantes. Uno de ellos es Beuron, fundado en el Alto Danubio durante la Edad Media por frailes agustinos, y donde ahora residen monjes benedictinos.

Desde lejos se perciben los altos edificios de la abadía construidos sobre una montaña, que destacan en el paisaje boscoso y de grandes rocas. Nuestros amigos que nos llevan estacionan el coche en un lugar cercano y de allí subimos por unas escaleras que conducen al amplio atrio de la iglesia barroca. En el siglo XVIII un incendio destruyó el convento y posteriormente fue reconstruido en el estilo de la época.

A principios del siglo XIX ocurrió otra desgracia: las tropas de Napoleón ocuparon Beuron y expulsaron a los frailes agustinos. Después de la caída de Napoleón en 1815 pasó a ser propiedad de la Casa Imperial de los Hohenzollern. Unos cincuenta años más tarde una princesa de esta familia imperial protestante conoció en Roma a dos frailes benedictinos y les propuso fundar en Beuron una nueva comunidad religiosa. Poco a poco creció el número de monjes y Beuron se convirtió de nuevo en un gran centro religioso y cultural. Aún hoy goza de mucho prestigio una escuela de arte y arquitectura religiosa que se instaló en el convento unos años antes de 1900. Siguiendo los cánones estéticos de la época, estos artistas buscaron una renovación del arte inspirándose en modelos antiguos. En Beuron se apreciaba sobre todo la arquitectura bizantina, y una gran capilla lateral de esta iglesia se adornó en estilo neobizantino, combinado con elementos geométricos de origen egipcio. A primera vista tenemos la impresión de ver en las bóvedas mosaicos de oro, pero luego nos damos cuenta que los efectos luminosos se deben a los colores de la pintura. Uno se siente envuelto en un mundo misterioso y mágico en el cual los motivos cristianos están dentro de una belleza extraña y exótica. Los tonos suaves de la pintura son poco usuales, y nos trasladan a un mundo oriental lejano que parece extraño y fascinante a la vez.

La Escuela de Beuron se adapta perfectamente al estilo ecléctico de la Belle Époque que trata de rescatar los elementos más bellos de la historia del arte dándoles un nuevo significado. Otros artistas religiosos de la época se inspiraron en los estilos románico y gótico de la Edad Media, mientras los de Beuron estaban fascinados por la belleza el arte oriental cristiano.

Cerca de la iglesia se encuentra la tienda del convento, donde además de objetos religiosos se venden sobre todo libros. Al lado de autores místicos, como Santa Teresa de Ávila o San Juan de la Cruz encontramos novelas históricas que figuran en las listas de los best sellers. La mayoría de turistas que visitan la tienda compran postales y folletos sobre el convento. Además se encuentran unos estantes con vinos y licores, entre los que destacan pequeñas botellas de licor de hierbas producido por los monjes benedictinos y que nos recomiendan nuestros amigos por su sabor suave y agradable. También hay un licor benedictino amargo y de color verde oscuro, una poción eficiente que se da a los enfermos del estómago. Todavía los monjes tienen fama de producir remedios curativos eficaces. Al lado de estas botellitas se encuentran paquetes de tocinos y salchichas, todo envuelto y con el sello del convento.

En nuestro paseo por las instalaciones del convento visitamos también la carnicería, que es uno de los negocios principales de los frailes, quienes tienen su propio ganado.

Es sábado, y al igual que todos los días de la semana se celebra a las once de la mañana una misa a la cual asisten todos los monjes del convento. Cuatro monjes vestidos con casulla concelebran la misa, mientras los demás visten sus sotanas negras. Es impresionante ver cómo una procesión de más de veinte sacerdotes sale de la sacristía y se agrupa alrededor del altar. Se sientan en las sillas de madera del coro; se reza y canta acompañados ocasionalmente con la música del órgano. Así todo el oficio se concentra en la palabra de Dios. Sólo al final se escucha el órgano con más frecuencia.

Desde este lugar inician varias rutas del Camino de Santiago. Los monjes dan asilo en el convento a los peregrinos y les sellan su pasaporte especial. Una escultura de un peregrino a la entrada de la iglesia anuncia que este lugar es parte de la ruta que recorre toda Europa Occidental en el camino a Santiago de Compostela, en España. A los pies de la escultura se encuentra la inscripción Via Buronensis y señala la dirección a seguir. Durante todo el recorrido se encuentran discretas, pero visibles, señales con la concha de Santiago, símbolo de la ruta, indicando la dirección y los kilómetros recorridos.

Nosotros recorremos 25 kilómetros de este camino y conocemos así el valle del Alto Danubio, que es pequeño y poco poblado. Nos encontramos cerca de Donaueschingen, donde nace el río que en este valle boscoso es apenas un arroyo grande. Tomamos un camino de terracería por donde sólo transitan peatones y bicicletas. El valle está lleno de rocas muy altas y cuevas de gran profundidad. Dos de estas enormes rocas están coronadas por castillos que no se pueden visitar porque son ahora residencias privadas. Llegamos al Restaurant del Cazador; un lugar solitario donde se sirve venado, cebú o jabalí, acompañado de papas o spätzle, unas pastas caseras de la región.

Continuamos nuestro camino saliendo del valle y subimos una montaña para contemplar el paisaje desde la altura. Pasamos por un rancho donde sus propietarios escondieron a varios judíos en la época de nazismo, y en recuerdo de este hecho se encuentra una escultura de un ángel protegiendo a una niña, y una placa en forma de estrella de seis picos. Al final de valle se observan los grandes edificios del convento de Beuron. El pueblo del mismo nombre es muy pequeño; nuestros amigos nos llevan a la casa donde Edith Stein, la famosa monja de origen judío que murió en los campos de concentración, pasó largas temporadas. Para una mujer de gran espiritualidad como Edith Stein, el convento de Beuron era un lugar muy atractivo. Hoy día la riqueza cultural de este lugar, y la belleza del paisaje donde se encuentra, atraen algunos turistas, pero sobre todo a peregrinos.

Beuron y Wiengarten son los dos conventos más importantes de esta zona del sur de Alemania, pero el de Wiengarten cerró recientemente sus puertas porque ya no había monjes que lo habitaran.

La hora cero en el Vaticano

 
Publicado en el periódico "El Occidental"
el 6 de marzo de 2013.
 
Celina Vázquez y Wolfgang Vogt
 
Las noticias y especulaciones sobre los sucesos más recientes en el Vaticano son inagotables. La renuncia de Benedicto XVI puede explicarse de muchas maneras, pero no hay duda de que este paso sacudió a la Iglesia católica. Los católicos conservadores están convencidos de que un papa jamás debe renunciar, y que tiene que cargar con sus obligaciones hasta el fin de su vida. Pero Benedicto XVI no respetó esta regla y rompió así un tabú. "Benedicto se convierte de nuevo en José", escribe un periódico de Berlín. El vocero del Vaticano, Federico Lombardi, declara que a partir de marzo el papa de nuevo será el cardenal Joseph Ratizniger, pero como antiguo papa tiene derecho a un entierro en la basílica de San Pedro.

Hans Küng, uno de los teólogos críticos más conocidos de la Iglesia católica, catedrático de la Universidad de Tubinga, elogia la decisión de Benedicto en una entrevista con el semanario alemán Der Spigel: "Si un papa ya no es capaz de ejercer su cargo, debería retirarse. Eso es lo correcto. Porque durante los últimos años del periodo de Juan Pablo II no tuvimos un papa que gobernaba, sino una curia que en lugar del papa dirigía la Iglesia".

El semanario News de Viena opina que el Papa renunció porque ya se había cansado de enfrentar las intrigas de la burocracia vaticana. Según esta revista la persona más nefasta del Vaticano es el poderoso cardenal Tarcisio Bertone, quien es responsable de los más recientes escándalos que sacudieron al Vaticano. El banco vaticano ha sido acusado frecuentemente de lavar dinero de la mafia y hasta ahora al Papa le fue imposible hacer más transparentes los asuntos financieros del Vaticano. Además, pesa todavía sobre la Iglesia el escándalo de abusos de menores. Los obispos alemanes se habían comprometido a aclarar de fondo este asunto y encargaron las investigaciones a un especialista independiente. Éste se quejó de intentos de censura, y enojados, los obispos alemanes lo despidieron.

Pero los aspectos más importantes del pontificado de Benedito XVI son los teológicos. Joseph Ratzinger se distanció cada vez más de su antiguo colega y amigo Hans Küng. Ambos habían sido teólogos progresistas en la Universidad de Tubinga, pero en la medida en que Ratzinger subía en la jerarquía de la Iglesia se fue olvidando de sus intentos de reforma y se alejó cada vez más de su antiguo amigo. Küng sigue siendo un defensor implacable del Concilio Vaticano II, mientras Benedicto XVI a veces actúa como si nunca hubiera existido, y rechaza cualquier reforma.

Küng acusa indirectamente a Benedicto XVI de vivir espiritualmente en la Edad Media, y es partidario de un papa moderno, abierto a las reformas. No quiere decir quién es su candidato para el trono de san Pedro, porque si lo dijera su candidato ya no tendría posibilidades de ser elegido. No hay que olvidar que los papas conservadores Juan Pablo II y Benedicto XVI nombraron a todos los cardenales que votarán en el cónclave, el cual sólo por milagro elegirá a un papa dispuesto a reformar la Iglesia. Pero si el nuevo papa actúa igual que los anteriores "entonces ya casi no habrá salida a la crisis", dice Küng.

Benedicto XVI fue un papa solitario y aislado de la burocracia vaticana. Küng recomienda al siguiente papa un Gabinete compuesto de hombres (y también mujeres) competentes. Sólo así se puede acabar con la Corte romana que ahora gobierna al Vaticano. ¿Quién entre los 117 cardenales del cónclave será capaz de realizar reformas profundas en la Iglesia? En algunos medios se presenta a Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, como reformador, sin embargo muchos católicos austriacos lo rechazan como alguien conservador. El favorito italiano es Angelo Scola, arzobispo de Milán, un hombre conservador y amigo de Ratzinger. Pero ahora predomina la opinión de que el próximo papa no debe ser europeo, sino latinoamericano, africano o asiático. Brasil es el país con más católicos en el mundo. El cardenal filipino Luis Antonio Tagle tiene 55 años y es muy carismático; sería por su edad un candidato ideal. Pero no hay que olvidar que ningún país es tan influyente en la curia como Italia, quien tiene a 28 de los 117 electores, mientras de Brasil, donde viven muchos más católicos, hay sólo cinco cardenales.

Existe un amplio consenso en que la Iglesia católica necesita reformas, y la jerarquía quiere presentar la imagen de una Iglesia moderna que ha superado sus estructuras medievales. Sin embargo, dentro del clero las ideas democráticas de la modernidad tienen poca cabida. Los obispos son nombrados y no elegidos como en los primeros siglos del cristianismo. El papa se parece más a un monarca que a un presidente. Se aprecia más la virtud de la obediencia que los intercambios de opinión y las discusiones democráticas. En la época de la Independencia en México, fray Servando Teresa de Mier había propuesto elegir a los obispos en asambleas populares, pero a sus contemporáneos estas ideas les parecían demasiado revolucionarias. Es la voluntad de Dios, y no la del pueblo, la que cuenta en la Iglesia.

La democracia y la participación de la mujer son los temas más polémicos al interior de la Iglesia. Parece muy lejano el momento en que se permita el sacerdocio a las mujeres, lo cual es posible en las iglesias evangélicas que surgieron de la Reforma. Pero los obispos alemanes saben que en una época donde la participación de la mujer en todas las esferas es esencial, la Iglesia no puede seguir marginándola. Por esta razón tienen el proyecto de crear un nuevo cargo de diácono al cual las mujeres también tengan acceso. La teóloga católica Uta Ranke-Heinemann está convencida que por este camino la mujer no tendrá mayor participación en la Iglesia. La autora del famoso libro "Eunucos por el reino de los cielos", una historia crítica de la moral sexual católica, opina que esta propuesta es sólo una maniobra publicitaria porque en el fondo el Vaticano no es otra cosa que una "asociación de solterones" a la cual la mujer sólo puede entrar con la aspiradora en la mano. Uta Ranke es una teóloga reconocida; una vez se lamentó de que un obispo no apreciara su labor como teóloga porque pensaba que una mujer debía primero realizar los quehaceres de la casa y sólo después dedicarse, en sus ratos libres, al trabajo intelectual. Parece que la idea medieval de que la mujer es menos inteligente que el hombre aún no ha desaparecido de las mentes de muchos obispos. Pero en un país cuya jefa de Gobierno es una mujer, no se puede ignorar la creciente influencia femenina en la vida pública.

Esperemos que con un nuevo papa la Iglesia católica logre modernizarse para salir de su crisis. Éste tendría que tomar más en cuenta la forma de pensar de los laicos y adaptarse mejor a la vida actual. El hecho de que sólo un 8% de los católicos alemanes asiste con regularidad a la misa dominical, es un dato preocupante que nos indica la distancia entre el clero y los feligreses.

Los títulos académicos y la política

 
Publicado en el periódico "El Occidental"
el 13 de marzo de 2013.
 
Wolfgang Vogt

Uno de los escándalos políticos que más sacudió a la opinión pública alemana a principios del año 2013 es la renuncia de la Ministra de Educación en el Gabinete de Angela Merkel. La Universidad de Düsseldorf, donde en 1980 obtuvo su grado, le quitó su doctorado acusándola de haber plagiado una parte de su tesis. Muchos investigadores alemanes opinan que estas acusaciones de plagio carecen de un fundamento sólido, y que en la tesis sólo hay algunas deficiencias. La autora Annette Schavan, no siempre citó correctamente y se argumenta que estas fallas se deberían perdonar a una principiante. De ninguna manera se puede comparar el caso de Schavan con el de Guttenberg, el antiguo ministro de Defensa Nacional, quien tuvo que retirarse de la política cuando se descubrió que más de la mitad de su tesis era un plagio. En este caso era evidente el engaño para obtener así el título. También otros políticos alemanes con tesis plagiadas perdieron sus títulos de doctor y renunciaron a sus cargos.

Fuera de Alemania no se comprende muy bien por qué los asuntos académicos influyen tanto en la vida política. La ciencia y la política son campos de actividad muy diferentes, y cuando la oposición exigió la renuncia de Guttenberg como ministro, Merkel argumentó que no había escogido a los miembros de su gabinete según criterios académicos, y que Guttenberg no era su asistente de investigación. Pero como el Ministro de Defensa se había proyectado como un hombre honesto e íntegro, y propagando estos valores se convirtió en uno de los políticos más populares de Alemania, perdió rápidamente el apoyo de sus electores. Merkel tampoco quiso perder a Annette Schavan como miembro de su gabinete, pero ésta renunció a su puesto al enterarse de que según una encuesta más del 60% de los alemanes opinaba que no debía seguir como ministra. En septiembre de este año habrá elecciones federales, y Schavan no hubiera podido convencer a los ciudadanos en la campaña electoral. En los periódicos se ha escrito mucho acerca del doctorado de la Ministra de Educación, y por lo general los periodistas opinan que debe renunciar porque su calificación académica es insuficiente para una jefa de profesores investigadores universitarios. Sin embargo pocos comentaristas opinan que las citas incorrectas en la tesis puedan ser consideradas intento de engaño, y que su tesis no es un plagio.

De cualquier manera resulta muy extraño que una tesis que su autora aprobó hace 33 años, justo ahora, cuando tiene un puesto político importante, sea objeto de una revisión tan minuciosa. Para los tribunales, después de 30 años, incluso los delitos graves se consideran prescritos. Pero no hay nada reglamentado en lo académico con respecto a la prescripción. La comisión de la Universidad de Düsseldorf que le quitó el grado a Schavan, argumenta que sólo se apega a un proceso reglamentario y cumple con su deber. Surge la sospecha de que en el fondo existan motivos políticos, pero no se puede comprobar nada. Doce de los quince miembros de la comisión votaron contra Schavan; hubo dos votos a su favor y una abstención. Se critica que se hayan basado en un solo dictamen, y que se debió tomar en cuenta al menos dos dictámenes internos y otro externo. Tampoco se invitó al director de la tesis, un profesor anciano ya jubilado, a que presentara su punto de vista. Éste declaró en público que la tesis obtuvo la calificación Magna Cum Laude (la más alta es Summa Cum Laude) y es un trabajo de muchos méritos, aunque reconoce que tiene algunas fallas. Desde esta perspectiva, el estilo de trabajo académico de los años ochenta resulta ahora cuestionable. Posiblemente encontremos en tesis realizadas durante el mismo periodo fallas parecidas, pero nadie se toma la molestia de comparar. También hay que tomar en cuenta que una estudiante de 25 años no es la única responsable de su tesis; si hay un delito también son culpables el director de tesis y los profesores que la aprobaron. La comisión acusa a la estudiante de haber querido engañar a su director de tesis, pero él no se siente engañado. El dictaminador actual opina que la tesis es un trabajo muy deficiente; sin embargo recibió una calificación muy alta y certificó a su autora la capacidad y preparación suficientes para iniciar una carrera profesional en la universidad.

No se puede negar que Schavan hizo un gran esfuerzo para escribir una tesis con un título muy ambicioso: Persona y conciencia. Estudios sobre las bases, necesidades y requisitos para formar una conciencia en la actualidad. Sin duda es un tema muy amplio, y el director debió haber obligado a su estudiante a ser más concreta. La autora utilizó como fuentes originales a Aristóteles, Rousseau, Freud, Martin Buber, Niklas Luckman y otros. Resulta difícil asimilar en el original a tantos pensadores, y existe la posibilidad de que la tesista haya recurrido a manuales para resumir la obra de estos teóricos. Obviamente no es necesario estudiar toda la obra de Karl Gustav Jung para resumirla en siete páginas, o la de Heidegger, para presentarla en veintidós. Lo que cuenta finalmente son las aportaciones propias de la autora en la segunda parte de la tesis, de 350 páginas, que es la principal. Por lo general se asegura que éstas son propias y novedosas y por lo tanto enriquecen el conocimiento. Eso por lo menos se opinaba en la Universidad de Düsseldorf, cuando Schavan obtuvo su grado de doctor.

Sin embargo ahora muchos profesores, sobre todo en el área de filosofía, opinan que sus resultados de la investigación son afirmaciones que carecen de una fundamentación científica sólida. Dudan que en una especialidad relativamente nueva, como la pedagogía o ciencia de la educación, los estándares de rigor científico sean muy altos. Tampoco se puede esperar que un trabajo de principiante, como una tesis, revolucione las Humanidades. Pero no hay que subestimar el valor formativo de la tesis que realizó Schavan con mucha dedicación y gran esfuerzo. Poca gente piensa que se trata de un simple plagio. Aún no está dicha la última palabra. Un tribunal tiene que examinar la decisión de la Comisión de la Universidad de Düsseldorf. Schavan tiene todavía esperanza de salvar su título académico.

En realidad el problema es otro: el escándalo de este supuesto plagio arroja una nueva luz sobre la vida académica en las universidades. Ahora se da a entender que en la Facultad de Filosofía de Düsseldorf se trabajó con negligencia, porque de otra manera no se explicaría que una tesis supuestamente tan deficiente haya obtenido una calificación tan alta. Nos preguntamos si el caso de la tesis de Schavan es un caso aislado o la punta de un iceberg. De todas maneras este escándalo no sólo hizo renunciar a una ministra, sino que dañó también la imagen de la Universidad de Düsseldorf. El dictaminador de la tesis es un investigador muy exigente con los demás, pero no se ha perfilado como un investigador sobresaliente. Se trata de un profesor desconocido que gracias a su dictamen implacable se perfiló como investigador de mucho rigor pero de poca producción.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Naguib Mahfuz y el barrio más popular del Cairo

 

Publicado en el periódico "El Occidental"
el 20 de junio de 2012
 
Wolfgang Vogt

Uno de los más grandes narradores árabes de mediados del siglo XX es el novelista egipcio Naguib Mahfuz cuya obra gracias al Premio Nobel que recibió está ampliamente difundida en los países de lengua española. Mahfuz se dio a conocer en México con la novela "El callejón de los milagros" y su obra más famosa es "La trilogía del Cairo". La obra de Mahfuz es muy amplia. Este autor es un Balzac árabe del siglo XX, en cuya narrativa se refleja la sociedad egipcia de su tiempo. Por lo menos eso lo podemos decir acerca de sus novelas realistas que a nuestro juicio son la parte más valiosa de su obra. Otras de sus novelas tienen un carácter más simbólico e inspirados en el Antiguo Testamento exploran el pasado bíblico de Egipto.

Hace poco cayó en mis manos la novela "Jan Aljalili" que se publicó en el Cairo en 1946 y cuya traducción española se editó en Madrid en el año 2000. El título del libro es el nombre de un barrio popular del Cairo, donde se instala en 1941 la familia de Ahmad. Aviones alemanes bombardean las ciudades de Egipto ocupadas por los ingleses. Ahmad, un pequeño funcionario de 40 años, es soltero y vive con sus padres, a los cuales les ayuda económicamente. Su padre tuvo que jubilarse muy temprano, cuando Ahmad iba a entrar a la universidad. La difícil situación de su familia lo obligó a renunciar a la carrera de derecho y aceptar un puesto con remuneración modesta en una dependencia de Gobierno. Así sacrificó su futuro profesional al bienestar de sus padres y de su hermano menor quien sí tuvo la oportunidad de estudiar en la universidad.

Jan Aljalili, el barrio a donde se cambió la familia, está menos expuesto a los ataques aéreos del barrio, donde antes vivía. Egipto solamente está involucrado indirectamente en la II Guerra Mundial. La población civil sufre por los bombardeos, pero los hombres no tienen que participar en la guerra como soldados. Ésta sólo altera un poco la vida cotidiana de Ahmad quien de vez en cuando al oír la alarma de las sirenas, tiene que protegerse en un refugio antiaéreo.

No sufre mucho por la guerra, sino más bien por su triste situación personal. Está condenado a una existencia mediocre como pequeño funcionario. Trata de estudiar derecho por correspondencia, pero no lo logra. Como le gusta mucho leer, su sueño es convertirse un día en un gran escritor, pero los textos que manda a revistas literarias no son aceptados. Conoce bastante bien la gran literatura árabe clásica y algunos escritores egipcios del siglo XIX, pero desconoce completamente la cultura occidental moderna. Se extraña mucho cuando en una tertulia de café un joven abogado que le parece antipático, le habla con entusiasmo de la obra de Marx y Freud. Jamás había oído mencionar a estos autores y tampoco está dispuesto a informarse acerca de ellos. La clase media tradicional de Egipto ignora la cultura europea o la desprecia simplemente por no ser musulmana. Los tradicionalistas radicales la rechazan, porque ven en ella una amenaza para la sociedad árabe tradicional. En muchas novelas de Mahfuz el conflicto entre la cultura tradicional musulmana y la irrupción del pensamiento europeo moderno, marcado por las ciencias naturales y la tecnología, es un tema central. Mahfuz mismo sufrió agresiones de islamistas radicales, para los cuales su interés por la cultura occidental era como una traición a la religión musulmana que según ellos no debería contaminarse de ideas occidentales.

Ahmad no es un islamista radical o fanático, sino simplemente un egipcio de clase media quien ignora la cultura moderna y se nutre de la literatura árabe clásica que se escribió siete u ocho siglos antes de que él naciera. Sin duda Ibn Jaldún es uno de los más grandes autores de su tiempo, pero sus orientaciones filosóficas no bastan para entender el mundo moderno. Sin embargo, Ahmad cree que basándose en sus consejos puede convertirse en un escritor de éxito. Encontramos la siguiente cita de este clásico en la novela: "Escuchamos de nuestros maestros que los fundamentos del arte de las letras y sus pilares se concentran en estos cuatro divanes..." Se recomienda luego al aprendiz de escritor de basar su actividad en cuatro libros fundamentales y que empiece con "El libro de la perfección" para seguir con "La cultura de escritor". Después se recomienda una obra de retórica y argumentación y un libro sobre curiosidades. Los autores de estos libros son prácticamente desconocidos en el occidente.

Mahfuz nos describe a Ahmad como un hombre tímido, honesto y de inteligencia mediana quien tiende a sobreestimar su talento. Su timidez le impide relacionarse bien con mujeres, pero a sus 40 años está a apunto de conquistar a una joven vecina que tiene 20 años menos que él. Pero su hermano menor, quien es un verdadero Don Juan se la gana sin saber que Ahmad está enamorado de ella. Éste quiere mucho a su hermano menor y no le dice nada. Nunca se celebra la boda, porque el joven se muere de tuberculosis.

Con gran maestría Mahfuz nos describe la vida de una familia de clase media en el Cairo a principios de la II Guerra Mundial. Ésta vive en un barrio tradicional cuyo centro cultural es la mezquita. Ahmad es amigo de varios vecinos que se juntan en uno de los numerosos cafés de la zona. Uno de sus amigos es el dueño de una tienda, en cuya casa pequeña tiene encerradas cuatro esposas. Él invita a Ahmad a una reunión clandestina, donde se fuma marihuana, pero la droga le causa nauseas y ya no regresa. La mayor parte de la acción se desarrolla durante el Ramadán, la cuaresma musulmana que marca de manera decisiva la vida de la familia en este periodo y de cierta manera simboliza la vida triste y austera y sobre la existencia monótona y sin alegrías de Ahmad.

"Jan Aljalili" es una de las numerosas novelas de Mahfuz. Es un libro realista escrito sin grandes ambiciones, pero tal vez debido a su sencillez es una pequeña obra maestra.

Hamburgo y la cultura latinoamericana

 
 
Publicado en el periódico "El Occidental"
el 3 de septiembre de 2013.
 
Celina Vázquez y Wolfgang Vogt

Debido a su puerto, Hamburgo es una ciudad abierta al mundo. En las escuelas de esta ciudad no sólo se enseña desde hace tiempo el inglés y francés como lenguas extranjeras, sino también el español y portugués, porque muchas casas comerciales de esta ciudad mandan barcos a Argentina, Brasil, México, etcétera. Así se explica que desde la primera mitad del Siglo XX los estudios hispánicos y latinoamericanos ocupan un lugar importante en la enseñanza de las Humanidades de la Universidad de Hamburgo. Las primeras raíces de una biblioteca española e iberoamericana, encontramos en el año 1911, cuando en forma no sistemática, se crea una colección de libros en español y portugués. Cuando en 1917 se funda el Instituto Iberoamericano de Investigación, se empieza a organizar más sistemáticamente esta nueva biblioteca, que cuenta actualmente con unos 60 mil libros. Con respecto a Latinoamérica, las secciones de Argentina, México, Chile, Venezuela y Uruguay están bastante bien dotadas. La universidad está orgullosa por ser propietaria de algunas primeras ediciones numeradas de Alfonso Reyes, Amado Nervo y Octavio Paz. Durante los últimos años la universidad recibió las visitas de destacados escritores, como por ejemplo de Fernando del Paso, de México, o de Mario Vargas Llosa, de Perú. Antes ya habían venido de España, José Ortega y Gasset y Camilo José Cela.

De todos estos datos nos informa amablemente la directora de la sección española y portuguesa de la Biblioteca de Lenguas Extranjeras de la universidad, Gisela Hubert, que es especialista en Cultura Hispánica y Latinoamericana. Ella dedicó toda su vida a cuidar los libros en español y portugués de la universidad y ahora está a punto de jubilarse. Antes de despedirnos de ella le dejamos un paquete con publicaciones recientes de la Universidad de Guadalajara. Nos dice que gran parte de los libros de la biblioteca son donaciones. Ya pasaron los años de las vacas gordas, durante los cuales la biblioteca podía comprar todos los libros que se ofrecían en el mercado. Ahora el presupuesto es bastante limitado.

El orgullo de los latinoamericanistas de la Universidad de Hamburgo es un fondo especial que lleva el nombre de Linga-Bibliothek. La joven directora de este fondo nos habla de la vida de Carl Robert Linga (1877-1963), quien nació en el barrio de Altona como hijo de un obrero. Al terminar la escuela primaria entra como aprendiz a una casa comercial y a la edad de 17 años se traslada a Mazatlán como representante de su empresa. Ahí se enriquece con el comercio de azúcar. Su nueva situación económica le permite dedicar tiempo al estudio de la cultura mexicana y comprar numerosos libros valiosos sobre el tema. En 1957 dona Linga su valiosa biblioteca a la Casa Ibero-América de Hamburgo. La directora nos cuenta que Linga amó tanto México que, a diferencia de su esposa, no quiso pasar los últimos años de su vida en Alemania, pero sí visitó todos los veranos Hamburgo, ampliando los fondos de la biblioteca que había donado y entablando contactos con especialistas en Latinoamérica que vivían en Alemania. En 1963 muere en Cuernavaca a la edad de 86 años. Carl o Carlos Linga, como le dicen en México, contribuyó mucho al desarrollo de las relaciones culturales entre Alemania y México. Una de las figuras que más admira es Alejandro de Humboldt. En la portada de un folleto de la "Linga-Bibliothek" vemos una foto de su fundador con un paquete de antiguas crónicas en sus brazos y a lado pequeños retratos de Humboldt, Sor Juana Inés de la Cruz, la virgen de Guadalupe y además fotos de libros antiguos.

El Fondo Linga enriqueció de manera considerable la sección española de la biblioteca universitaria que es una de las más grandes de Alemania, sólo superada por el Instituto Iberoamericano de Berlín. Las relaciones del norte de Alemania con Latinoamérica tienen una larga tradición. Un viajero nos cuenta que en el Siglo XIX, Manzanillo era un puerto con muy pocos habitantes. Entre ellos había un agente comercial, quien vivía junto al puerto para atender los barcos comerciales de una compañía de Hamburgo. En esta época las naves de Europa se dirigían a Argentina y llegaban al Pacífico pasando por la punta sur de Argentina. Luego haciendo escala en Valparaíso, Lima, Manzanillo y Mazatlán llegaban a San Francisco. Tomas Mann nos presenta en su novela "Los Budenbrook" a un miembro de esta familia de Lübeck, un puerto en el Mar Báltico, que pasó alguna temporada de su juventud trabajando en una oficina comercial de Valparaíso. El autor tiene simpatía por Latinoamérica porque su madre es de origen brasileño.

Saliendo de la Biblioteca Linga entramos a una exposición temporal sobre la quema de libros en 1933 en Hamburgo. Cuando los nacionalsocialistas llegaron al poder decidieron limpiar la cultura germánica de todas las influencias judías, socialistas y comunistas. Estudiantes nazis de todas las Universidades alemanas sacaron libros de autores judíos de las bibliotecas para quemarlos al aire libre delante de un amplio público. Así se quemaron obras de numerosos autores de lengua alemana como Josef Roth, Franz Kafka, Franz Werfel, Elías Canetti, etcétera. Para nombrar sólo los más conocidos. La exposición que vimos se compone de numerosas fotos y libros de autores judíos de Hamburgo. En grandes carteles se cuenta la triste historia de cada uno de ello, quienes para salvar su vida tuvieron que emigrar. Algunos se trasladaron a Palestina, otros a Suecia, Estados Unidos o América Latina. Pero en los países que los acogieron no tenían público y en Alemania no podían circular sus libros. Su carrera literaria prácticamente se había acabado. En la Ciudad de México un grupo de autores alemanes exiliados desafió las circunstancias adversas y formó una asociación cultural con el nombre de "Alemania Libre" y crearon una editorial que publicó sus libros en alemán. La exposición en la biblioteca universitaria sirve para conocer los aspectos desagradables de la historia de la ciudad y pedir disculpas a las víctimas que hicieron aportaciones importantes a la cultura de la ciudad. Sólo conociendo bien el pasado se puede evitar que ciertos episodios tristes se repitan.

Caminando por las calles de Hamburgo descubrimos a veces delante de algunas casas en el empedrado pequeñas placas de cobre con los nombres de ciudadanos judíos que después de 1933 fueron deportados a campos de concentración. Podemos leer las fechas de su nacimiento y de su detención, pero no de su muerte. Sólo se puede suponer que alrededor de 1940 se murieron en uno de los campos de concentración, de los cuales casi nadie salió vivo. Únicamente los judíos que se habían exiliado a tiempo tenían la posibilidad de sobrevivir en circunstancias muy difíciles. Para algunos pocos, muy pocos, América Latina fue la salvación.

La desigualdad social en Alemania

 
 
 
Publicado en el periódico "El Occidental"
el 24 de septiembre de 2013.
 
Wolfgang Vogt

A pesar de la crisis económica de los últimos años, Alemania sigue siendo uno de los países más ricos de Europa y del mundo. Sin embargo todos sabemos que los años de las vacas gordas forman parte del pasado. Alemania es un país, donde la población ya no crece, porque su tasa de natalidad es muy baja. Cada vez disminuye más el número de trabajadores que pagan sus cuotas a las cajas de jubilación. Algunos pesimistas ya están vaticinando que dentro de varios años un trabajador tendrá que mantener a un jubilado. En una sociedad, donde cada vez hay menos niños y más ancianos, éstas visiones causan escalofrío. Los jubilados tienen que apretarse el cinturón. Cada vez es más difícil dejar de trabajar a los 60 o 62 años, por que la edad reglamentaria para jubilarse es de 65 y dentro de poco será de 67. La gente sigue ganando muy bien, pero el poder adquisitivo de los sueldos de la clase media y baja se está estancando, mientras la riqueza de los millonarios sigue aumentando. Los sueldos de ejecutivos y directivos bancarios crecen de manera vertiginosa y por el otro lado para muchos alemanes es cada vez más difícil encontrar un buen empleo.

Hace 25 años palabras como pluriempleo o trabajo parcial eran prácticamente desconocidas en Alemania, pero hoy día el "minijob" es de moda, así como la palabra flexibilidad laboral. Difícilmente los alemanes se acostumbran a la idea de que un trabajo no es para toda la vida y que los contratos laborales son temporales. Muchas industrias no contratan directamente a una parte de su personal, sino por medio de una agencia de colocación. Toda esta flexibilidad en el mercado laboral sirve para mantener baja la tasa de desempleo, que con 6.5 por ciento es una de las menos altas en Europa, mientras en España y Grecia más de "cero por ciento de los trabajadores buscan en vano un empleo.

Así, a pesar de toda la riqueza que produce Alemania, se siente un cierto malestar social en el país. Mucha gente teme que las jubilaciones que recibirán durante su vejez no serán lo suficientemente altas para que puedan mantener su nivel de vida. Los jóvenes enfrentan cada vez más dificultades para encontrar un empleo seguro y bien remunerado. En su conjunto Alemania sigue acumulando enormes riquezas, pero la minoría de arriba gana más y la mayoría de abajo menos.

Eso tiene como consecuencia que últimamente se cuestiona bastante el modelo social alemán. Periodistas, economistas, sociólogos e historiadores, exigen cambios o reformas. Entre ellos se encuentra el profesor universitario Hans-Ulrich Wehler, quien se hizo famoso con una historia social alemana de cinco tomos. En este año conmovió la opinión pública con el polémico libro La nueva repartición. Desigualdad social en Alemania, publicado por la editorial Beck de Múnich. Wehler tiene fama de ser un investigador minucioso, quien siempre ha cumplido con las exigencias del rigor científico. Su libro se basa en estadísticas y a primera vista es una investigación histórica y sociológica bastante árida. Sin embargo los datos que presenta el autor provocan la indignación de los lectores. Estos datos comprueban que la tijera entre pobres y ricos en Alemania se abre cada vez más en un país, donde crece la riqueza constantemente. Por lo tanto el problema fundamental, no Alemania, es la repartición de la riqueza. "Como se agudiza esta desigualdad, a corto o largo plazo se cuestiona la base de legitimación del sistema político debido a las dudas que aumentan".

Wehler ataca a los economistas liberales, quienes tienen una fe ciega en la fuerza reguladora del mercado libre. La crisis de los últimos años nos muestra que esta tesis está equivocada y Wehler afirma que solo el estado, como el actor más poderoso de nuestra sociedad, puede regular la economía. Los efectos benéficos de los mercados sin regulación ninguna son para Wehler una utopía que tuvo su apogeo en la época de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Compara el liberalismo económico con las supersticiones religiosas del vudú de los negros de Haití, pero señala también que durante las décadas de los 80s esta doctrina económica había sido tan atractiva que incluso los políticos socialdemócratas se dejaron seducir por ella. Pero ahora es evidente que el mercado libre dio rienda libre a personas voraces y sin escrúpulos y éstos causaron el desastre en bancos y mercados accionarios, que se inició en 2008. Ahora muchos alemanes dejan de creer en la justicia del sistema político y social de su país, pero debido al alto nivel de vida la inconformidad social se manifiesta poco. En Irlanda y los países del sur de Europa la situación es mucho más crítica.

Las estadísticas que nos presenta el autor son impresionantes. Señala, por ejemplo, que entre 1997 y 2002 los directivos de 30 grandes empresas duplicaron sus salarios y, además de eso, recibieron bonos. En 1990 ganaron un poco menos de 300 mil euros y ahora entre cinco y seis millones al año. Si multiplicamos el sueldo promedio de un trabajador de la empresa, con cien, nos acercamos al ingreso del director. Los sueldos de los trabajadores normales no se multiplican, sino crecen cada año, si les va bien, a una tasa menor del 5 por ciento. A los empleados que se molestan por esta situación se les acusa de envidiosos.

El autor critica a una sociedad, donde 50 por ciento de la riqueza nacional está en manos del 5% de la población. De esos cinco, el 1 por ciento dispone del 35.8 por ciento de la riqueza nacional. Estas estadísticas no son tan escandalosas si las comparamos con las de países más pobres. Seguramente los magnates griegos y españoles no son menos ricos que los alemanes, pero hasta hace poco éstos estaban orgullosos de la repartición justa de la riqueza nacional y del equilibrio social en su país. Wehler casi no compara sus números con los de otros países, porque su enfoque es estrictamente alemán. Acusa a las élites económicas de aislarse del resto de la sociedad para defender sus privilegios. Antes los más talentosos de la clase baja tenían ciertas posibilidades de subir a puestos directivos. Así se quería garantizar cierto dinamismo económico, que se está perdiendo últimamente. Una economía fuerte necesita sangre nueva. Pero en todos estos aspectos Alemania ya no se diferencia de economías menos vigorosas.

Sin embargo hay un factor que diferencia a Alemania de muchos otros países, las prestaciones sociales siguen siendo excelentes. Todos los alemanes tienen derecho a casa y comida. Si no pueden pagar eso, por que ganan poco o nada, el gobierno les da techo y dinero suficiente para sobrevivir. Algunos denuncian a la gente que recibe ayuda social como parásitos, pero los alemanes se sienten seguros sabiendo que siempre se satisfacen sus necesidades básicas.

Irène Némirovsky


 
Publicado en el periódico "El Occidental"
el 10 de mayo de 2012.
 
Wolfgang Vogt
 
En el año 2004 se publicó en Paris “Suite francesa”, la obra maestra de una novelista olvidada que había iniciado su carrera literaria en Paris en 1929 con “David Golder”, su primera novela. Irène Némirovsky nació en 1903 en Kiev, Ucrania en el seno de una familia judía rica que le proporcionó una educación excelente. Ya desde niña aprendió el francés con una institutriz de Francia. Su familia huyó de la revolución rusa de 1917 y se estableció en París en 1919, donde estudió una licenciatura en letras en la Sorbona. Pronto inició una brillante carrera literaria, pero durante los primeros años de la segunda guerra mundial fue deportada a Auschwitz, donde en 1942 murió en la cámara de gas con su marido. Sus dos hijas lograron ocultarse en Francia y después de la guerra descubrieron en una maleta que les había dejado su madre el manuscrito de su última novela que sólo se publicó en 2004.

            La autora había huido de Paris a principio de la guerra como tantos otros franceses y, desconectada del resto del mundo vivía en una casa de campo. Allí terminó, un poco antes de ser deportada su última novela. “Suite francesa” cuenta cómo en verano de 1940, la mayor parte de la población de Paris huye de las victoriosas tropas alemanas. Los personajes de la novela son franceses de clase media y alta, quienes durante su éxodo sufren bombardeos, o se encuentran en el fuego cruzado de soldados franceses y alemanes. Pero la situación no es tan dramática como se temía. Los parisinos finalmente pueden regresar a su capital, donde no hubo destrucciones y saqueos.

            Suite francesa” es sin duda la culminación de la obra Némirovsky, pero no menos importante es “Los perros y los lobos” (1940), su novela anterior y la última que publicó en vida. La autora que pocos años antes se había hecho bautizar, trata en ella los problemas de los judíos orientales que habían emigrado a Francia. En ella encontramos ciertos elementos autobiográficos, sin embargo Ada, la protagonista de la obra no es idéntica a Irène de la cual se diferencia por ser judía pobre. Además de eso, Ada emigra un poco antes de la revolución de octubre a París, con la esperanza de recibir allá una buena educación y de subir en el escalafón social.

 Sin embargo para los judíos de clase baja es muy difícil escaparse de la pobreza. El padre de Ada se dedica a los negocios en una pequeña ciudad ucraniana, donde vive en un barrio pobre. Como la madre de Ada murió, se casa con su prima Rhaissa que también es viuda y tiene dos hijos. Así la tía se encarga de la educación de Ada. Como la situación económica de la familia mejora, el padre de Ada puede permitirse el lujo de mandar a Rhaissa con los hijos a París, donde llegan acompañados de una institutriz francesa que les había prometido relacionarlos con la alta sociedad. Pero resulta que las viejas amistades de Madame Mimi ya no se acuerdan de ella y Rhaissa no tiene más remedio que sobrevivir con los modestos ingresos de un taller de costura, en el cual trabajan también Lilla, la hija de Rhaissa y Ada. Lilla encuentra finalmente un amante rico, pero éste la abandona pronto. Ada de mala gana se casa con su primo Ben, porque ya no quiere estar en el taller con su tía.

En París vuelve a ver a Harry, un pariente lejano quien nació en la misma ciudad que ella. Pero entre la rama pobre y rica de los Sinner hay muy pocos contactos. Harry es un hombre esbelto y delicado, quien vive bien protegido por su familia en la mansión de su barrio elegante. Cuando Ada lo ve por primera vez se enamora de él, pero ella por ser pobre no tiene oportunidad de acercarse a una familia rica y por eso Harry casi no se fija en ella. En Paris la ignora durante mucho tiempo, pero Ada encuentra la manera de acercarse a él y expresarle su amor. Topa con muchas dificultades porque Harry está casado con una francesa católica de familia rica e influyente. Finalmente se da el milagro de que Harry se enamorara de Ada, y su esposa se pone celosa de ella exigiéndole no verla más. Todo indica que el matrimonio de Harry se está acabando y que éste se va a casar con Ada. Pero Harry expulsado de la alta sociedad francesa acabaría en la pobreza, y, eso Ada lo quiere evitar a cualquier precio. Se va a vivir a un país de Europa oriental, donde como madre soltera da a luz a un hijo de Harry cuando estalla la segunda guerra mundial. De nuevo se ha abierto el abismo entre los Sinner ricos y pobres. La esposa de Harry lo alejó de su pasado judío, porque según ella “lo que empujaba a su marido hacia aquella chica no era ni la pasión ni su familia, se trataba de una oscura llamada de la sangre contra la que ella no podía hacer nada.” (p. 176)

Harry igual que la autora que se hizo bautizar, quiere olvidarse de su pasado judío para poderse integrar mejor en la alta sociedad francesa. Pero para él es a veces doloroso cortar las raíces. Ben el primo y marido de Ada, piensa que eso es imposible y lo dice a Harry: “¡Nos miras por encima del hombro, nos desprecias, no quieres tener nada que ver con la chusma judía. Pero espera un poco! ¡Espera y volverás a confundirte con ella, te mezclarás con ella!” (p. 160) Ben le reprocha a Harry que solo en apariencia es diferente a los judíos gritándole: “¡Mírate! Tienes mi misma nariz ganchuda y mi mismo pelo crespo, eres endeble y enfermizo, y estás hambriento y desesperado como yo…” (p. 161)

Lo sorprendente de estas citas es que la autora utiliza los mismos clichés biologistas que los antisemitas, lo cual se critica en el prólogo a la edición francesa de “Suite francesa”. Para un lector actual es extraño que una autora judía pueda hablar así de los judíos. Pero también hay que entender que en la obra de Némirovsky se refleja el espíritu de su tiempo y que la autora se siente atada a sus orígenes en los guetos de Europa oriental y que a la vez quiere alejarse y olvidarse de ellos. En “Los perros y los lobos” de manera magistral se da forma literaria a este conflicto. Lo trágico del caso de Irène Némirovsky es que no  pudo cortar las raíces de su pasado judío y murió en el campo de concentración. A los nazis no les importó que se haya salido de la comunidad judía haciéndose cristiana. Ella ya había previsto eso haciendo exclamar a Ben de manera prolífica: “¡Espera, y volverán a confundirte con ella la chusma judía, te mezclarás con ella!” Sin querer, la autora se mezcló con ella en Auschwitz, donde la asesinaron a ella y a su marido con otros judíos. Pero sus dos hijos sobrevivieron y mandaron publicar su última novela que la sacó del olvido.

La diversidad cultural de México

 
 
 
Publicado en el periódico "El Occidental"
el 16 de mayo de 2012.

Wolfgang Vogt

Cuando los españoles conquistaron y colonizaron la Nueva España impusieron su propia religión y cultura despreciando la civilización de los pueblos indígenas conquistados. Durante tres siglos los españoles lograron someter a los indios a su propio sistema jurídico. Pero desde la independencia a principios del siglo XIX, los indígenas de nuevo tienen el derecho de recuperar por lo menos una parte de sus tradiciones culturales. En teoría, ellos tienen los mismos derechos que los criollos que son descendientes de los españoles y los mestizos. Ahora, todos ellos forman una nación y son mexicanos. En muchos campos de la vida cotidiana se combinan las tradiciones americanas con las europeas. En el campo de la gastronomía la influencia indígena está muy marcada y a veces incluso decisiva. En otras áreas los indígenas conservan gran parte de su autonomía. Eso lo podemos observar en el caso de la vestimenta, la música y la literatura, las artes plásticas y la artesanía. Pero hay campos donde los indígenas tienen que someterse a las tradiciones españolas. Eso es evidente con respecto a la religión, los sistemas jurídicos y la estructura política de México.

En el catolicismo podemos encontrar algunos vestigios de religiones prehispánicas, pero los dioses de aztecas, mayas y otros pueblos se murieron hace siglos. La vida de México se integra en la tradición occidental, porque aquí tenemos una república parlamentaria. El sistema jurídico es heredado de España, pero las comunidades indígenas conservan sus propias tradiciones de derecho. Ahora el problema es hacer compatibles varios sistemas jurídicos diferentes.

Humberto Ortega, investigador especializado en ciencias sociales y humanidades de la Universidad de Guadalajara, examina de manera minuciosa esta cuestión en su libro más reciente "Hacia una nación pluricultural. Un estudio de vinculación socio-jurídica para preservar a futuro la riqueza y diversidad cultural de México profundo." Se trata de una investigación amplia de 400 páginas publicada en 2011 por Editorial Académica Española que tiene su sede en Saarbrücken, Alemania. Ortega es doctor en derecho y le interesan especialmente las culturas indígenas. Hace poco, el miércoles 7 de marzo, reseñamos en esta columna su libro "El chino y el maya: estudio de relación y creación", (2008).

En la introducción a su libro señala el autor que "México como nación pluricultural y multiétnica necesita de un cuerpo de ideas y criterios jurídicos que hagan posible articular, conciliar e instrumentar la lógica de un sistema federal como el mexicano y los sistemas jurídicos de los pueblos indígenas que habitan el país". En el prólogo a la obra nos dice el poeta y estudioso de culturas indígenas Raúl Aceves que "a doscientos años de la consumación de la Independencia, México todavía no ha logrado desembarazarse totalmente del colonialismo que impone un solo modelo de nación... y no ha logrado hallar la fórmula de la Unidad en la Diversidad de un modelo cultural que logre integrar armónica y respetuosamente a las diversas culturas que integran la nación".

Basándose en la sociología jurídica examina Ortega en forma detallada los diferentes caminos que podrían conducir a esta Unidad en la Diversidad en el campo jurídico. No queremos entrar en pormenores porque se trata de un libro para lectores familiarizados con cuestiones jurídicas. Como el autor está buscando una solución que desemboca en una reforma jurídica e incluso constitucional, investiga desde una perspectiva muy amplia, casi exhaustiva la vinculación socio-jurídica con la diversidad cultural de México. Sus herramientas de investigación son las de un abogado, pero toman en cuenta también los enfoques antropológicos. Lo atractivo del libro es sobre todo su perspectiva interdisciplinaria que invita a abogados e investigadores de las humanidades a dialogar. Su espíritu inquisitivo no le permite nunca a Ortega abandonar el camino de una investigación rigurosa.

En este espacio no queremos ofrecer una descripción sistemática del desarrollo de la investigación del autor, sino solo dar algunos ejemplos de su forma de trabajar. En el capítulo III encontramos una valoración crítica de la pluriculturalidad a nivel constitucional, en el IV en la escala reglamentaria federal. En el capítulo V describe Ortega semejanzas y diferencias de los campos legislados por México y dos otros países americanos que son Venezuela y Canadá lo cual le permite salirse del mero ámbito nacional. Para un lector interesado en la cultura de occidente de México es de gran interés el capitulo VIII que es también el último, donde se habla de los sistemas jurídicos de los huicholes en el norte de Jalisco y en Nayarit y de los nahuas en el sur de Jalisco.

La investigación de Ortega nos hace ver caminos que podrían llevar a un México pluricultural. En las conclusiones de su libro habla de "avenidas promisorias para visualizar algún día, un escenario de pluriculturalismo jurídico enriquecedor operando y rigiendo en México de manera armoniosa." El libro de cierta manera es una utopía o mejor dicho una propuesta de trabajo. Llevar sus ideas a la práctica y encontrar una verdadera solución es la tarea de los políticos. Nos parece que esta obra es un paso decisivo en el tránsito de una etapa de hegemonía jurídica monocultural hacia un periodo de pluralismo jurídico multicultural. Lo más admirable de esta investigación es su enfoque interdisciplinario que combina los métodos de la sociología jurídica con los de la antropología. Gracias a este enfoque novedoso, el libro es de gran importancia para especialistas en derecho y estudiosos de las culturas indígenas.

Un nuevo libro sobre Juan Rulfo

 
 
Publicado en el periódico "El Occidental"
el 27 de febrero de 2013.
 
Wolfgang Vogt

Sobre ningún autor mexicano existen tantos estudios como sobre Juan Rulfo, a quien podemos considerar un clásico de la literatura hispanoamericana del siglo XX. Algunos críticos lo ubican en la corriente del realismo mágico junto con Gabriel García Márquez y Jorge Luis Borges, pero a diferencia de ellos, que publicaron muchos libros, la obra de Rulfo es muy reducida. El libro de cuentos "El llano en llamas" y la novela "Pedro Páramo" lo hicieron famoso en todo el mundo. Otras obras de narrativa en las cuales Rulfo supuestamente estaba trabajando nunca se publicaron.

La bibliografía sobre la vida y obra del autor jalisciense es inmensa y crece cada vez más. La editorial Fórcola de Madrid publicó el año pasado "Juan Rulfo. Biografía no autorizada", de la escritora argentina Reina Roffé, que ya en 1992 había editado "Juan Rulfo: Autobiografía armada", en Barcelona. Su libro reciente es una versión ampliada del primero y de gran utilidad para investigadores y lectores de Rulfo, porque presenta de manera casi exhaustiva los resultados de las investigaciones sobre la vida y obra de Rulfo. En un estilo ameno sistematiza las informaciones de este gran narrador mexicano, quien es para ella un mentiroso: "Como si deseara burlarse y exasperar a los biógrafos, minó su relato de vida con imprecisiones de variado calibre, raramente facilitaba el dato correcto". Rulfo no era un mitómano que se creía sus propias mentiras, sino alguien que se divertía desorientando a los estudiosos de su obra. El propósito del libro de Reina Roffé es desenmascarar las mentiras y mostrarnos cómo es Rulfo en realidad, para no verlo como él quiere mostrarse a la gente.

Las dudas sobre los datos correctos de la vida de Rulfo empiezan con su nacimiento. En realidad no tiene importancia si nació en 1918, como dice él, o en 1917 como se puede leer en su acta de nacimiento. De mayor interés es la cuestión de su lugar de nacimiento: hoy día gracias al trabajo de Federico Munguía, se sabe que fue registrado en Sayula. También es posible que haya nacido en Apulco, la hacienda de la familia o en el cercano San Gabriel, donde pasó la mayor parte de su infancia. En Sayula vivían los abuelos de Juan, pero él no se identifica mucho con esta ciudad. San Gabriel está mucho más presente en su obra.

No queremos detenernos más tiempo en los detalles biográficos. Todo el mundo se pregunta por qué desde 1955, cuando apareció "Pedro Páramo", Rulfo no escribió otra novela. En 1986, año de su muerte: "Todos querían saber, por qué no había escrito más de la campiña jalisciense..." se puede especular mucho sobre este asunto pero no hay respuesta definitiva. A pesar de tener una obra muy breve, Rulfo conquistó un lugar clave en la historia de la literatura mexicana y occidental.

Rulfo, junto con Agustín Yañez, es el gran innovador de la novela rural en México. Roffé señala que 1947, cuando aparece "Al filo del agua", es una fecha clave en este sentido. Rulfo y Yañez superan el estilo costumbrista de José López Portillo y Rojas y Mariano Azuela que nos presentan un campo idílico. En la obra de Rulfo se refleja la vida miserable de los campesinos mexicanos que luchan con las constantes sequías. A diferencia de Sayula y sus alrededores, las tierras de Apulco y San Gabriel son áridas. A mediados del siglo XX, México, igual que el sur de Estados Unidos, es una zona rural periférica en relación con las regiones industrializadas del norte de Estados Unidos. El crítico Uruguayo Ángel Rama señala lo mismo con respecto a Escandinavia, cuya economía rural se desarrolla también a la sombra de las grandes economías industriales. El islandés Halldor Laxness, el noruego Knut Hamsun y la sueca Selma Lagerlörf son autores que impresionaron fuertemente a Rulfo. De la literatura francesa no lo atraían tanto los grandes autores como Gide o Malraux, sino los narradores rurales Jean Giono y Charles Fernand Ramuz. Se explica que Rulfo haya leído a los autores escandinavos porque algunos se difundieron ampliamente en México al recibir el Premio Nobel de Literatura.

Rama señala que a muchos críticos les parece decepcionante que Rulfo haya sido influido por autores escandinavos que hoy día gozan de mucho menos prestigio que los grandes escritores anglosajones de la época. Rulfo y Arreola forman todavía parte de una generación que le da poca importancia a la literatura norteamericana tan admirada por las generaciones posteriores de escritores mexicanos. Antonio Alatorre y Emmanuel Carballo afirman que Rulfo miente, asegurando haber leído a Faulkner después de haber escrito a Pedro Páramo. Sin duda hay muchos paralelismos entre la obra de los dos autores: ambos vivían en zonas rurales alejados de los centros industriales; ambos se dejaron influenciar por los mismos autores europeos que leyeron. Eso explica que describan la vida en el campo con técnicas parecidas. Faulkner, Yañez y Rulfo tienen el mérito de haber modernizado la narrativa rural del sur de Estados Unidos y de México. En el caso de Yáñez se señalan influencias de narradores norteamericanos que este autor nunca negó, sin embargo con respecto a Rulfo creemos que estas influencias anglosajonas no existen. Nos parece que muchos críticos trasladan su visión actual de la literatura, para la cual la cultura norteamericana es esencial a los años 50, cuando lo norteamericano era mucho menos relevante para la vida literaria de México, que ahora. Pensamos que Rulfo no es un epígono de Faulkner y tampoco quería serlo.

Curiosamente Roffé no incluye en su bibliografía la biografía de Juan Antonio Ascensio, quien también opina que Rulfo no fue influenciado por Faulkner, sino que ambos autores tuvieron lecturas parecidas. Nos parecen muy bien fundamentados los juicios de este autor sobre la narrativa de Rulfo, Ascencsio fue amigo íntimo de la familia de Rulfo y nos revela muchos detalles poco discretos de su vida personal. Este libro realmente se merece el subtitulo "Biografía no autorizada", en cambio el de Reina Roffé no tiene nada de escandaloso, se trata más bien de una obra sólida, muy bien documentada que presenta los datos esenciales de la vida y obra de Rulfo y trata de iluminar los enigmas de su personalidad.

Esta biografía podría ser un punto final. Se podría pensar que con este libro ya está todo dicho, pero aún quedan cabos sueltos. La relación entre Rulfo y Faulkner aún no está clara. Tal vez se podría todavía profundizar en la influencia de algunos autores sobre Rulfo. Roffé menciona al brasileño Machado de Asís, autor decimonónico, quien anticipa en su obra los experimentos de la narrativa vanguardista del siglo XX y fascina a Rulfo, quien escribió un pequeño prólogo para sus "Memorias de Brascubas", editadas por la UNAM. Parece que Roffé no lo conoce, pero no queremos perdernos en detalles. Sin duda la biografía de Rulfo que nos presenta Reina Roffé contiene resultados importantes de investigación sobre la vida y obra del gran narrador jalisciense.

El oculto

 
 
Publicado en el periódico "El Occidental"
el 23 de enero de 2013.
 
Celina Vázquez y Wolfgang Vogt

Durante el siglo XIX y la primera mitad del XX los escritores yiddish de Polonia y la Unión Soviética enfrentaron numerosas dificultades. Los hermanos Singer emigraron un poco antes de la Segunda Guerra Mundial de Polonia a Estados Unidos, y así se salvaron de los campos de concentración de Hitler. Pero la mayoría de los judíos de Europa oriental no tuvieron la posibilidad de emigrar y estuvieron expuestos a las persecuciones de Hitler y Stalin. Stalin tenía una actitud ambigua con respecto a los judíos: unas veces los apoyaba y otras los perseguía mandándolos, como a muchos otros rusos, a Siberia. Bajo la dictadura estalinista no se podía desarrollar libremente la literatura. El escritor siempre corría el peligro de ser considerado traidor y enemigo del proletariado.

Ese fue precisamente el caso de Der Níster (El oculto), seudónimo de Pinjas Kahanovich (1884-1950), quien ocupa un lugar importante en la historia de la literatura yiddish, gracias a su novela monumental de casi novecientas páginas, "La familia Máshber". En 1921 emigró junto a muchos otros intelectuales judíos a Berlín, ciudad que entonces era centro importante de la cultura yiddish. Allí escribió numerosos cuentos fantásticos que se publicaron simultáneamente en Moscú, Berlín y Nueva York. Níster se había integrado al movimiento simbolista ruso en auge, pero el esplendor de este movimiento fue opacado por la política cultural de la Unión Soviética, enemiga de cualquier experimento literario. Stalin impuso el realismo socialista, una continuación del realismo burgués decimonónico, al cual se agregaban moralejas socialistas. Para poder publicar en Rusia, Níster abandonó su estilo simbólico cabalista para apegarse a las normas estéticas dictadas por el partido comunista. Se convirtió en un realista, un observador neutral de la realidad, sin propagar ideas socialistas que no le interesaban. En el prefacio a su novela dice el autor que se basa en el realismo artístico, aquel que se identifica con el famoso mandamiento de Goethe: pinta pintor y calla, con la plena confianza de que lo requerido y lo deseable para el fin perseguido se pondrá de manifiesto por sí mismo, sólo por el hecho de haber sido pintado con fidelidad, es decir, desde la lógica interior de los destinos de aquellas personas. (p.23)

Después de la Revolución de Octubre se borraron todos los vestigios de la cultura judía; pero a mediados de los años veinte, el Gobierno soviético decidió desarrollar "una cultura proletaria judía, nacional en forma y socialista en el contenido" (p.9). El yiddish se convirtió en una de las lenguas minoritarias oficiales y el gobierno financió escuelas en lengua yiddish. El Teatro Judío Estatal, cuya escenografía pintó Marc Chagall, amigo de Níster, se convirtió en un importante centro cultural. Hasta mediados de los años treinta se habló de un "paraíso" de la cultura yiddish en la Unión Soviética. Níster aprovechó esta coyuntura favorable para escribir "La familia Máshber", de cuya primera parte se publicaron a partir de 1935 entregas en diversas revistas soviéticas de lengua yiddish, hasta que en 1939 se publicó en Moscú el primer tomo de la novela. Después Níster cayó en desagracia como escritor. En 1948 apareció en yiddish, en Nueva York, el segundo tomo de la novela. En 1950, agotado y desesperado Níster murió en Siberia un campo de trabajo. Su muerte natural le ahorró ser fusilado con muchos otros escritores de lengua yiddish en 1952, cuando la represión estalinista llegó a su punto culminante. El paraíso de la cultura yiddish se había convertido en un infierno. Únicamente en los Estados Unidos la literatura yiddish tenía todavía futuro. Los judíos de Norteamérica se integraron cada vez más a la cultura anglosajona, y los de Europa oriental que habían emigrado a Israel adoptaron la lengua hebrea.

Desde la perspectiva actual la cultura yiddish es un fenómeno del pasado, pero podemos acercarnos a ella a través del conocimiento de la vida cotidiana y las costumbres de los judíos de Europa oriental, pintadas magistralmente en "La familia Máshber". El escenario de la novela es la ciudad de N, que podría ser cualquier shtetel judío, pero en realidad es la ciudad ucraniana de Berdíchev, donde había nacido Níster, y de cuyos cincuenta mil habitantes el ochenta por ciento son judíos. El autor capta la vida de esta sociedad hoy día desaparecida de una manera tan minuciosa que el lector a veces pierde la paciencia. En el primer capítulo, de más de cuarenta páginas, describe la ciudad de N, que "está construida en tres anillos" (p. 27). El primero es el centro de la ciudad donde se encuentra el mercado. En el segundo, con sus calles estrechas, vive la mayor parte de la población, y en el tercero se extienden los suburbios pobres. En el segundo capítulo, titulado "Crónica familiar" se presenta a la familia Máshber, que es muy rica, y cuya decadencia económica es el tema central del libro.

Los shtetl judíos de Europa oriental son también escenarios de algunas obras de Isaac Singer y Samuel Agnon, autores con los cuales Níster comparte su profunda religiosidad. En la narrativa de Agnon se siente el misticismo de los judíos ortodoxos. Sin embargo, ni Agnon ni Níster saben mantener al lector en suspenso con intrigas y escenas eróticas como lo hace con gran maestría Singer. Agnon enriquece su narrativa con cuentos fantásticos. Lo mismo hizo Níster al iniciar su carrera de escritor, pero para poder publicar su novela tuvo que limitarse a un estilo realista. Así le falta color y originalidad estilística. A pesar de eso se trata de una gran novela del realismo ruso en lengua yiddish. Impregnada de poesía religiosa, describe en un estilo decadente y finisecular la vida de los judíos rusos a finales del siglo XIX. Gracias a "La familia Máshber" tenemos un testimonio valioso de este mundo mágico destruido por Hitler y Stalin.

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Der Níster, "La familia Máshber". Prólogo y traducción del yiddish de Rhoda Enelde y Jacob Abecasís, Editorial Libros del Silencio. Barcelona 2011. 886pp